LA LLAVE DE LA FELICIDAD

Dios habia comenzado a sentirse muy solo. Entonces, para mitigar esa cósmica soledad, creó a unos seres para que le hicieran compañia. Pero estos seres en seguida encontraron la llave de la felicidad y se fundieron con Dios, volviendo éste a estar solo. "Esto no puede seguir así", se dijo el Divino. Decidió entonces crear al hombre, pero para que no volviera a ocurrir lo mismo que con los otros seres, era necesario ocultar en un lugar seguro la llave de la felicidad. ¿Dónde podía guardarla para que el ser humano no la descubriera? Estuvo reflexionando sobre ello mucho tiempo. Pensó en el fondo de los mares, pero se dio cuenta de que un día el hombre viajaría hasta allí y la hallaría. Tal vez, dedujo, podría guardarse en una cueva perdida en el Himalaya, pero tampoco le pareció una buena idea, porque antes o después el hombre escalaría todas las cumbres y encontraría la gruta y subsiguientemente la llave. Cabía otra posibilidad: esconderla en otra galaxia. ¿Qué hacer, pues? Dios seguió reflexionando. Tenía que haber algún sitio donde ocultar la llave de la felicidad y que el hombre no pudiera encontrarla y así no se fundiera con El y se quedase de nuevo solo. ¡Eureka! De repente a Dios se le ocurrió el lugar en que no buscaría la llave de la felicidad. Creó al hombre y colocó la llave dentro de él.

Ramiro Calle

(Cuentos de Oriente)